sábado, 15 de diciembre de 2007

PROGRAMA Nº10

LA FUENTE DEL IDIOMA

Qué recomendación puede haber más intempestiva que ésta que les proponemos hoy: “Antología da poesía trovadoresca galego-portuguesa” en edición de Alexandre Pinheiro Torres. Intempestiva porque estos poemillas fueron escritos entre los siglos XII y XIV y eso, para esta época nuestra hambrienta de novedades, es la prehistoria; también porque he de confesarles que no gozarán de estos poemas si no hacen el esfuerzo de instalarse en ese idioma perfecto y concluso -tan perfecto que más que un idoma era ya un género-,tan perfecto que si un poeta de Castilla quería escribir una canción de amigo enseguida se le imponía el uso del galaico-portugués, pues entre fondo y forma la ligazón era insoslayable. De entre las varias decenas de poetas que aparecen en esta antología, sin duda, mi preferido es Martim Codax, juglar de Vigo y autor de siete cantigas de amigo hermosísimas. Escuchen la número II:

Mia irmana fremosa, treides comigo
A la igreja de Vig´, u é o mar salido,
E miraremos las ondas!


Mia hermana flemosa, treides de grado
A la igreja de Vig´, u é o mar levado,
E miraremos las ondas!


A la igreja de Vig´, u é o mar salido,
E verrá i, mia madr´, o meu amigo,
E miraremos las ondas!


A la igreja de Vig´, u é o mar levado,
E verrá i, mia madr´, o meu amado,
E miraremos las ondas!

Este poema forma parte de un collar de siete cuentas donde se viaja de la ausencia a la posesión. Las cantigas van fluyendo a modo de montaje cinematográfico desde un primer encuentro o memoria de un recuerdo en el atrio de una iglesia y allí el baile con el amado hasta una invocación unitiva final con ese verso maravilloso y recurrente:

“E bañar-nos-emos nas ondas!

Danza, regreso al lugar,petición a la amiga y a la madre,contemplación del mar,noticia del regreso del amado, el baño y el regreso a la danza original. Detrás de todos estos elementos, la ciudad de Vigo (Vigo es el Dublín o la Alejandría de Martim Codax). La ciudad queda así fijada en la memoria aunque nada se diga de ella. Siglos después, en un barco mercante, Manoel Antonio, otro poeta vigués, dirá:

“Vigo está tan lonxe
que se desourentaron as cartas mariñas”

Pero Vigo está en todo el aroma de los versos de Codax.

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