jueves, 6 de diciembre de 2007

ABBAS KIAROSTAMI

A pesar de la sencillez de las películas de Abbas Kiarostami –me refiero al resultado y a la impresión que recibe el espectador, pues en el documental “Una semana con Kiarostami” vemos las cosas de otro modo muy diferente-, no es fácil ver las películas de este realizador iraní. Sus obras, si uno no ha visto las de Jafar Panahi o Monsen Makhmalbaf, parecerían sufrir el influjo directo del cine europeo tal y como lo entendía Rossellini, por ejemplo. Si además se le coloca junto a otros creadores que parecen concebir el cine de un modo similar, dígase Víctor Erice, Angelopoulos o incluso Godard, dan ganas de incluirlo directamente en los usos y maneras de cierto cine que nace en los años 50 como resultado de Roma,citta apertá. Y sin embargo, si nos acercamos a Panahi y a Makhmalbaf, entre otros, vemos que esa lenteza de mirada y morosidad de acción procede de un sentimiento también local y personal: son el molde formal adecuadísimo para unos espacios y unos modos de vida que requieren justa -mente de esa metodología de filmación. Si en Europa es el fin de una búsqueda, en Oriente es, me parece ser, un comienzo. Sí, las películas de Kiarostami-“¿Dónde está la casa de mi amigo?”,” El sabor de las cerezas”,”A través de los olivos”, “El viento nos llevará”, cualquiera de ellas, con esos niños de mirada limpísima y esos caminos polvorientos que se enrollan sobre sí mismos para desembocar en ninguna parte, son, digo,ejercicios de afinamiento de mirada donde el único argumento es el tiempo. Depurar la visión hasta que el tiempo, el instante, la duración se nos entregue; ese es el milagro al que aspira Kiarostami. Y si al principio, uno, no demasiado avezado en esto del gran cine,se desespera y se interroga, se cansa y se aburre, abandona en fin el cine o desco-necta de la película proyectada, hay que perseverar en el intento:lo fácil que nos propone Kiarostami es dificilísimo, pero puede aprenderse. Lástima que los tiempos que vivimos no estén para sutilezas del espíritu y ese tenderete de pequeños acontecimientos que nos propone el cine iraní. Hay una escena del documental “Una semana con Kiarostami” en que éste detiene la filmación porque le parece que falta “musgo” en la escalera de una casa: el tiempo. Las películas de Kiarostami son la infancia del mundo, la prehistoria de unos modos y modales que fueron los nuestros y que me temo ya ni siquiera son los suyos. Deténganse y miren;esas películas están tan llenas de tiempo
que inevitablemente, al salir del cine, su cabeza estará,también, llena de palabras.

1 comentario:

Tino j. Prieto Aguilar dijo...

Desde que vi 'A través de los olivos', reconocí que habia otra mirada, quizás más humanizada, para componer cine. Luego el tiempo lo corrobora con más películas de Kiarostami y de más gente.
Mis mejores deseos para 'El perseguidor'. Tino