sábado, 31 de enero de 2009

http://www.archive.org/details/ElPerseguidorN50

jueves, 22 de enero de 2009

http://www.archive.org/details/ElPerseguidorN49_867

martes, 20 de enero de 2009

NAUSICAA

Hay un poema de Jorge Guillén que la celebra, y es el poemilla conciso y directo, un poco funcionarial,casi remedando lo que sería una traducción estricta hecha por un alevín de filólogo:


«¿Quién eres, oh bellísima
De tan cándidos brazos? ¿Una diosa
Descendida a una tierra de mortales,
O si sólo mujer,
A la par que los dioses?
Felices sean quienes te engendraron.
Mis ojos nunca vieron tal belleza,
Digna de Artemis, hija del gran Zeus.

Jorge Guillén, Homenaje

También en una carta apócrifa de Elpenor Frye recogida en Essays on the Reform of Customs and the Welfare of States de Joseph Langdon se recogen los versos que yo presento aquí en traducción tosca:


Y ahora
Tensando mi afán
La recompensa del relato
Vaso y vestido
Le di
Mudos
Ojos ya no le ven ni la fugaz estela

Cuenta Jünger que su primer libro iba a titularse El rojo y el gris, en homenaje a Stendhal, pero que como estaba leyendo mitología germánica por aquellos días decidió llamarlo Tempestades de acero.Ahí, en esa encrucijada de epítetos, hay que situar a Nausicaa, la de los blancos brazos, y a su padre, Alcinoo,rey de feacios, amantes de los remos. Esta muchacha aparece en la playa, donde juega a la pelota mientras se seca la ropa que ha ido a lavar, esa ropa que debió de ser multicolor y que yo imagino ahora blanca como en la imagen de Claudio Rodríguez, la ropa blanca no de su pureza sino de su “indolencia”, pues la pobre niña-mirémosla en el espejo de Antígona, que seguro que era como Nausicaa hasta que se le despertó dentro la voz de los muertos y entonces sería más como Juana de Arco- es acusada de perezosa por la misma Palas Atenea que inventa este ardid para que ella vaya hasta la playa..Entre Calipso y Nausicaa se levanta la esfinge de tela de Penélope, pero con un deshacer inverso, más luminoso en la segunda. No quiso el héroe aceptar a la niña, como tampoco había aceptado a Circe o a Calipso, le invocaban sin descanso las sirenas de Itaca, su esposa multijetiente o quizá sólo su fiel mastín.En compensación algunos quisieron desposarla con Telémaco, hijo de Odiseo, mas es recompensa exigua para las ansias de esta niña que debía de tener los ojos feroces de la Mónica de Bergman.Lo que me conquista es esa pelota que cae en un remolino y ,al gritar de las muchachas, cómo se despierta el cuerpo exhausto del héroe. Después de la tempestad se levanta el amor como catarsis deportiva –igual que en las películas de Rohmer-, y los blancos hexámetros, piel de siglos suave, llegan rodando hasta nosotros , como una pelota dócil, desde la eternidad. Queda, tras la lectura tantas veces repetida, un poso de melancolía que dura en los ojos igual que el amor epifánico de algunos sueños predilectos.
GONZALO DE BERCEO


En ese paraíso-biblioteca de Borges yo estoy seguro de que el bibliotecario hablaría el español de Gonzalo de Berceo; al menos ésa es para mí, en la cadencia de la cuaderna vía, la imagen preferida. Cuando ya uno se sacia del verso insustancial de nuestro tiempo, ha llegado la hora de beber de uno de los manantiales más puros del idioma, y de que de su “humo dormido” emerja la transparencia de un encuadre de Ozu o la liviandad del escultor de madera Steiner. Se nos llena la boca del agua más lejana al saborear uno a uno los alejandrinos de Berceo, vuelve al paladar la nostalgia de un idioma exhausto, en ciernes. En el monasterio de San Millán de la Cogolla, en el de suso, se gestó una de esas páginas que los filólogos destripan y los poetas añoran: un momento detenido de verdad. Yo al menos daría lo que tengo y sé por el placer interminable de haber escrito: “ Quiero fer una prosa en román paladino/ En qual suele el pueblo fablar a su vecino,/ Ca non so tan letrado por fer otro latino:/ Bien valdrá, como creo, un vaso de bon vino.” Tiene razón Gastón Bachelard: “Frente a la casa natal trabaja la imagen de la casa soñada”.

jueves, 15 de enero de 2009

Se tiene constancia de que Elpenor Frye (Chester 1490-Medina del Campo 1525) era miembro de la comitiva que acompañando a Pedro Machuca llegó a Granada hacia 1510 con el encargo de acondicionar los almohadillados del palacio que por entonces se construía en el corazón del recinto nazarí. Poco o nada se sabe de los años previos a su llegada a la península ibérica, si no es que ya en Inglaterra se le consideraba un verdadero especialista en el saber gnóstico de la antigüedad; de hecho hay pruebas de que tradujo a lengua inglesa el Adversus haereses de Ireneo de Lyon, no porque aprobara lo que allí se decía, sino porque gustaba enormemente de todo de lo que de los espirituales gnósticos trataba. Una carta que se halló en su poder en el momento de su muerte, acaecida en el castillo de la Mota en Valladolid - y dicen que era la susodicha perdigón en escabeche hecho a la manera morisca- decía: “I beseech thee not this letter should fall into befouled hands that to my harm work, and you may alway remember the words of the spiritual, he who travels from faith to knowledge and shall observe moral rules out of love and not for the sake of imposition.” En el escudo de armas de su familia, los Frye, algunos de cuyos antepasados habían estado con Enrique V en Agincourt, se podía ver dos palomas enfrentadas y un círculo que las envolvía a guisa casi de mandorla, siendo su significado el pneuma femenino y el masculino unidos en la consumación de los tiempos. De por qué vino Elpenor a España nada se sabe más allá de que era un enamorado de las obras del Marqués de Villena y que vino sólo por hallarlas y si le fuera posible trasladarlas a lengua inglesa, pues no había copia de las tales fuera de Castilla. Cuando Carlos V partió de A Coruña en 1520 tras haber presentado a las Cortes su plan imperial, Elpenor Frye se encontraba a la sazón en el castillo de Manzanares el Real, perteneciente a la familia de los Hurtado de Mendoza, familia a la que pertenecía María Pacheco. Si llegó nuestro hombre a participar en el levantamiento comunero, es algo que se ignora por completo. Lo que me pregunto es si asistiría a la ejecución de Juan Bravo en abril de 1521 y si su muerte al cabo fue tan accidental como se ha dicho. Para terminar, se ha escrito que Shelley, el gran poeta romántico inglés, llevaba siempre en el bolsillo de su gabán un ejemplar de la obrita póstuma de Frye, Poems, que debió de componer en su estancia en el castillo de Mota, donde murió. Hoy están perdidos, pero yo me los imagino muy severos y cándidos, como sin duda fue su dueño.
http://www.archive.org/details/ElPerseguidorN48