lunes, 12 de noviembre de 2007

ROBERT WALSER

Se lee en el comienzo del Jakob von Gunten de Robert Walser: “Desde que estoy aquí, en el Instituto Benjamenta, he conseguido volverme un enigma para mí mismo”, y esas palabras que debieron pertubar a Kafka lo mismo que nos perturban hoy a nosotros, nos remiten al “me he vuelto un problema para mí mismo” de San Agustín en Las Confesiones. Entre papeles Kakfa hallaría alivio en los personajes de este suizo humildísimo y de una ingenuidad desarmante. Y sigue en el mismo libro:“Pero incluso a este respecto sigo siendo, por ahora, un enigma para mí mismo. Acaso en mi interior resida un ser vulgar, totalmente vulgar. O tal vez por mis venas corra sangre azul. No lo sé. Pero de algo estoy seguro: el día de mañana seré un encantador cero a la izquierda, redondo como una bola. De viejo me veré obligado a servir a jóvenes palurdos jactanciosos y maleducados, o bien pediré limosna, o sucumbiré.” En estas líneas o en otras de Los hermanos Tanner o El ayudante está ya todo Kafka, Musil y Broch, y en esas líneas está también Bartleby y el Wakefield de Hawthorne y todo Samuel Beckett. ¿Cómo, me pregunto, se nos ha pasado por alto este genio diminuto? Destestó toda su vida toda clase de seguridad y asidero, vivió siempre a caballo de trabajos que abandonaba sin pensarlo dos veces. A los 47 años empezó a sufrir trastornos nerviosos y alucinaciones auditivas, por lo que por consejo de su hermana decide ingresar en un sanatorio psiquiátrico. Pasó allí los últimos 25 años de su vida literariamente enmudecido. Walser despreciaba los ideales de prosperidad, aborrecía el éxito, era incapaz de someterse a ningún tipo de rutina o atadura. El editor Kart Seelig le preguntó al final de su vida si volvería a escribir. Walser contestó: "Con esa pregunta sólo se puede hacer una cosa: no responderla". Le encontraron muerto sobre la nieve unos muchachos a escasa distancia del manicomio. Final lujoso para un espíritu que se negó a todo modo de servidumbre.

1 comentario:

Unknown dijo...

Hace ya un tiempo, tuve la dicha de llegar a Walser a través de tí.
Estas palabras me lo han recordado .
Te doy las gracias por ello.