EL CONOCIMIENTO O EL FULGOR
Es hoy razón común entre escritores jóvenes, por una parte,el desconocimiento de la tradición-los clásicos-,y por otra, una incapacidad para tomar partido por una u otra variante metodológica que concierna al proceso de creación.El abandono de la capacidad moral del poema es el primer efecto de lo anterior ( entre otras muchas cosas que uno puede leer en “El posmodernismo como lógica cultural del capitalismo tardío” de F.Jameson).No sabiendo bien a qué carta quedarse, tan pronto nos hacen llegar sus desdichas y sinsabores como nos tratan de impresionar con estrofas de concentrado sabor estoico, no vayamos a creer que en la vida sólo les interesa “estar a la última”. Estos poetas confunden la experiencia como material poético y la experiencia como hecho poético, pues es en ésta donde se halla la única posibilidad de conocimiento que el poema concede, sea este conocimiento del tipo que sea. Si la filosofía es “el curioso intersticio entre el lenguaje y el mundo”, creo que eso mismo viene siendo la poesía desde Parménides hasta Mío Cid. Un poeta muy distinto es J.A.Valente. Dice:” El acto de expresión es el acto de su conocimiento. Sólo en ese sentido me parece adquirir su auténtica dimensión la afirmación de Goethe: “la suprema, la única operación del arte consiste en dar forma”. Y acaso deba verse en ese “informar” no las múltiples recetas con que nuestros jóvenes se solazan, sino la ley, el imperativo de lo perdurable, que no es más que lo que dice Italo Calvino de los clásicos “un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir”. El olvido de ese ángulo moral es quizá lo que nos ha llevado a este tenderete de poetas intercambiables que confunden la plasmación de sus “problemas” con la “solución” de problemas (formales), que al fin y al cabo es lo que significa escribir un poema. Si para Kant el problema propio de la razón pura está encerrado en la pregunta ¿cómo son posibles juicios sintéticos a priori?, para el poeta la pregunta debería ser ¿cómo son posibles juicios analíticos a posteriori?, es decir, cómo el atributo deviene milagrosamente substancia? En este contexto términos como inspiración , indagación y corrección son de una riqueza heurística intemporal. Y es que el poema no es ciencia, de la misma forma que la filosofía tampoco lo es. Y si se ha querido hacer de la filosofía la lógica de la ciencia, nada impide que, como se sabe desde Grecia, sea la poiesis la lógica del arte todo. Y esa lógica lleva implícita una moral y una episteme. Dice de nuevo Valente, “la experiencia no existe más que en el poema y no fuera de él” .Sólo desde esta absoluta inmanencia puede el poema, mucho después, aspirar a lo dialógico.Creo que hoy, cuando “comunicar” ha quedado asimilado a un perenne vertido de banalidades, es más que nunca pertinente la separación entre lo importante y las baratijas, el común parloteo del estilo,la pueril transmisión de novedades frente al fulgor que significa.