UNA SEMBLANZA DE PAUL KLEE
Este suizo de ojos minoicos, enamorado de la infancia como un Proust de la línea,
pasó de un estilo a otro sin cambiar un ápice de estilo, pues su estilo estaba en él invariable desde los seis años (vean si no sus dibujos en papel de seda de los primeros años y compárenlos después con esa Sybila del 38, dos años antes de su muerte. Después de un viaje a Túnez escribió en su diario: "El color me posee, no tengo necesidad de perseguirlo, sé que me posee para siempre... el color y yo somos una sola cosa.” Le fascinó toda su vida ese reducto de la imaginación más primitiva y se aficionó al teatro y las marionetas (una que le representa a él mismo es hermosísima). Con la llegada de los nazis al poder, este artista inocentísimo pasó a ser artista “degenerado” y sus obras ,literalmente, “el producto de una mente enferma”. (No duden en consultar el libro “la lengua del Tercer Reich” de victor Klemperer, para el significado de la terminología nazi.) En 1921 Walter Benjamín, otro profeta de nuestro tiempo, escribió sobre una acuarela de Klee, llamada Angelus Novus: “ …un ángel a punto de retirarse de algo que mira fijamente. Sus ojos atentos, su boca abierta, las alas desplegadas. Así es como uno se imagina al ángel de la historia. Mira hacia el pasado…pero una tormenta le empuja hacia el futuro mientras la pila de escombros frente a él crece hasta el cielo. Esa tormenta es a lo llamamos progreso.” Murió en 1940.
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