sábado, 8 de marzo de 2008

CHARLIE PARKER


Decía Billy Eckstine que “Bird fue el responsable de que esta música (el bebop) se tocara realmente, pero el responsable de que se escribiera fue Dizzy Gillespie.” Como en todas las revoluciones, siempre hay un grupo de genios repartiéndose las tareas (basta ver la obra de los cuatro Beatles por separado para entender qué es lo que les hizo geniales). Charlie Parker, al que todo el mundo en los años cuarenta, al menos todos los que se reunían en el entorno de los clubs Minton´s o en la Calle 52, llamaba Bird o Yardbird, imagino que por esa sonoridad a la vez cercana y huidiza. Lo explicaba Parker, a quien una vez el baterista Jo Jones le lanzó el platillo de su batería, incapaz de entender qué demonios estaba tocando: “Sí, esa noche improvisé durante mucho tiempo sobre “Cherokee”. Mientras lo hacía, me di cuenta de que, al utilizar los intervalos superiores de las armonías como línea melódica, colocando debajo armonías nuevas más o menos afines, podía tocar de repente aquello que por tanto tiempo había oído dentro de mí.Me llené de vida.” Así que Bird sabía qué música tocaría antes incluso de haberla tocado nunca y luchaba por encontrarla. Algo así se cuenta en la película Round Midnight, cuando Dale Turner ha llegado exhausto de vin rouge y alguien le dice a Francis: “Cuando cada noche has de explorar, eso puede ser terriblemente doloroso.” Y Francis asiente y sí, lo comprende. Un día hablaremos aquí de Francis Paudras. Y entonces Parker se encontró con Dizzy, con Monk, con Kenny Clarke, en fin, con todos los que formarían el jazz de vanguardia de los años cuarenta. Se cuenta que Bird pasaba largas horas por la noche viajando de metro en metro,¿ recorriendo la ciudad en busca de qué?Cuando Parker fue a Europa, le recibieron como a un genio y el pobre Bird no entendía qué les pasaba a esos europeos que le veneraban cuando en América sólo era un pobre músico negro. En Europa siempre sublimando el arte popular americano, ¿acaso no hemos hecho lo mismo con su cine? Hay una aportación psicológica de Joachim Berendt sobre la figura de Parker: “En las fotos en que aparece con otros músicos es notorio que la distancia que lo separa de los demás es casi siempre mayor que la que hay entre los demás músicos.” Julio Cortázar le convirtió en “el perseguidor” y nosotros siempre tuvimos una vieja foto suya en todos nuestros pisos de estudiante. En efecto, retraído, apoyado en una esquina, parecía un espectro; nada extraño si su música, ah su música bailada a altas horas, suena en nuestras cabezas como una larga, eterna psicofonía.

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