miércoles, 27 de febrero de 2008

333 RUBBAYYATS

UN LIBRO DEL RENACIMIENTO



En una de sus innumerables trapisondas el bachiller Lucas Trapaza, abandonado que hubo su oficio de pícaro, trabajó varios meses en la Real Biblioteca de Aranjuez, donde habría de toparse con uno de los libros más insólitos del siglo XVI español. Este librito apareció en palimpsesto en una de las obras de Vitruvio, acompañando en el mismo volumen cosido al Malleas Maleficarum, o martillo de las brujas, celebérrimo manual de inquisidores, del que ,si mis cuentas no fallan, sólo quedan dos copias en España: la de Aranjuez y otra en el Seminario Provincial de la villa de Orihuela, de donde la sacó en 1850 un estudioso alemán de nefando nombre y que sólo a regañadientes hubo de devolverla. Lucas Trapaza había oído hablar de este libro en su época de cautiverio en Tánger, incluso se dice que alcanzó cierto dominio del persa clásico y que esto le permitió perpetrar una traducción de escasa valía filológogica, pero de incalculable valor sociológico, pues nadie sabe dónde acaba acaba el original, si es que tal hubo, y dónde empieza la traducción. Esto es lo que dice el hermano Lucas, a la sazón fraile capuchino, de visita en la Asunción de Ávila, donde le habíamos dejado en apacible y amena charla con un hermano lego. Los problemas en torno a los 333 Rubbayyats son muchos. Menéndez Pelayo, en su magna obra Heteródoxos españoles, le quiere nacido en Galicia, pero Menéndez Pidal e inluso el profesor Francisco Rico le devuelven su origen lusitano. Lo único seguro es que Marcel Bataillon, en su extraordinario estudio sobre los Rubbayyats escribe en una de las primeras páginas de su “333 Rubbayyats y las disciplinas arábigas en la facultad de Salamanca hacia 1560”: Este librito incompleto de deliciosa lengua aljamiada y de improbable atribución, sé que figuraba en el recuento que se hizo de los libros presentes en la biblioteca del Marqués de Villena, hacia 1400, y también el donoso escrutinio de la biblioteca de don Quijote en la novela de Avellaneda. Creo que hasta Juan de Yepes, el futuro San Juan de la Cruz, le tuvo por favorito en su letrada juventud.” En Verdad ,incierto y sabroso libro.

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