sábado, 19 de abril de 2008

EUGENIO MONTALE


Curiosamente tenemos hoy en el mismo programa a dos poetas con los que el término “metafísico” ha estado unido, si bien por razones distintas. A John Donne la etiqueta no le haría mucha gracia, o sí, quién sabe, y en el caso de Montale, parte de una reflexión propia. Decía así el poeta: “ Ha habido a partir de Baudelaire y de un determinado Browning, y a veces de su confluencia, una corriente de poesía no realista,no romántica y ni siquiera estrictamente decadente, que de un modo muy aproximado se puede llamar metafísica. Yo he nacido de ese surco.” Y pienso yo que la palabra “surco” final ha de tomarse al pie de la letra, pues si algo puede decirse de la poesía de Montale es éso: telúrica, pedregosa, ctónica. Yo le descubrí en una edición de la editorial Hiperión bajo el título “Eugenio Montale, 37 poemas, traducidos por 37 poetas españoles en el centenario de su nacimiento”,-y sólo como curiosidad decirles que hay en la portada el mismo dibujo de la lápida de la que les hablaba antes, el zambullidor. Lo que primero me llamó la atención es qué había en ese poeta que podía atraer de igual manera a Ángel González, Jorge Guillén, José Ángel Valente o Sarrión. Luego, ya mucho más tarde, cuando pude hacerme con su primer gran libro, “Huesos de sepia”, o con otros posteriores, entendí que en Montale había cabida para todos porque partía de una premisa inicial y común, desde Dante hasta Hölderlin, por poner dos poetas predilectos de Montale, que iba desde la primera constatación de un vacío, una falla, pasando por la creencia en la capacidad trascendental del signo y en la adecuación verbo-mundo, hasta la solución-disolución-absolución que en los últimos libros desemboca en un mismo y quizá ya más definitivo y escindido mundo irredento.Desde la creencia de que las palabras podían decir algo verdadero de las cosas hasta la constatación de que las cosas son intangibles y que , por lo tanto, el viaje místico ha devenido naufragio y la realidad sólo un tenderete de objetos inasibles, hermosos pero irremisiblemente “otros”. Y sin embargo, hay en ese trayecto por las capas del ser y junto al testimonio insobornable de su ser “lo diverso”, una textura piadosa, una tonalidad amable que el mundo aún podría, quizá, deparar. Y debo decir que releyendo estos días a Montale y a Donne, uno tras o cabe el otro, he sufrido a veces el espejismo de no saber quién decía qué cosa. Escuchen: “ Desvanecerse /es la ventura,pues,de las venturas” y luego “ soy todo lo muerto” , proposición que Donne repite constantemente. Ambos recorrieron un camino similar, pero ni Virgilio ni Beatriz acudieron al ensalmo. Les dejo con un poema del libro “Ossi de sepia” .Lleva el título “ Tal vez una mañana caminando por un aire de vidrio…”. Dice así:

Tal vez una mañana caminando por un aire de vidrio,
árido,al darme la vuelta, veré cumplirse el milagro:
la nada a mis espaldas, el vacío detrás
de mí, con terror de borracho.

Luego, como en una pantalla, acamparán de súbito
arboles casas lomas en el engaño acostumbrado.
Pero será demasiado tarde y yo andaré callado
tras los hombres que no se giran, con mi secreto.

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