domingo, 23 de marzo de 2008

A CONTRACORRIENTE



Este libro, cuyo título ha sido traducido de tantas formas diferentes, “A contrapelo”, “A contracorriente”, o como quiera que se traduzca ese “À rebours” original, fue libro de cabecera de decadentes y malditos de fin de siglo, a la vez que introductor de algunos de los nombres que luego conformarían lo más sobresaliente de la poesía francesa post-romántica, empezando por un nombre propio no francés y padre espiritual de todos ellos: E.A Poe. Los nietos de Victor Hugo crecerían a la sombra del Parnasianismo y el Simbolismo y bajo los auspicios del padre Baudelaire. En español y de modo más documental, fuera de la ficción novelesca que es À rebours, podemos encontrar información similar en Los raros, libro de Rubén Darío, editado y recuperado por la editorial Golpe de dados, de referencia tan mallarmeana. Desde Leconte de Lisle, pasando por Villiers de l´Isle-Adam, Tristan Corbiere, hasta Moreas , Verlaine y Mallarmé, todos los príncipes de la decadencia, le vice suprême, odiadores de la banalidad burguesa, del racionalismo positivista y del naturalismo zoliano, bajo la protección de la filosofía de Bergson , Nietzsche y Schopenhauer, hallan acogida en este libro de Joris –Karl Huysmans, novela que retrata la figura del prototipo decadente, Des Esseintes, aristócrata del espíritu y sofisticadísimo catador de placeres varios. En esta novela de aire enrarecido van desfilando los cinco sentidos como en un auto sacramen-
tal del lujo. Des Esseintes, huele,toca,lee,oye y gusta con un refinamiento tal que el pobre siempre anda de vagido en desmayo, muy cercano al vampirismo o a la levitación forzosa. A mí, personalmente, lo que más me ha interesado del libro es el recorrido por los libros escritos en latín desde Apuleyo hasta bien entrada la Alta Edad Media, es decir, el latín menos clásico, el más mezclado e impuro,eclesiástico o no. Antes Lucano o Boecio que Virgilio o Cicerón, esa es la clave de su gusto. Huysmans pasó de su satanismo fin de siécle a un misticismo ya presente en Á rebours que le llevaría hasta la abadía benedictina de Solesmes y de aquí a un periplo espiritual del que ya no abdicaría.
Resumiendo, Des Esseintes detesta lo vulgar, prefiere lo artificial a lo natural, lo mágico a lo utilitarista, el pesimismo lúcido al optimismo banal, la búsqueda angustiosa de su yo a los trampantojos de la personalidad burguesa. Mallarme le dedicó a Des Esseintes su Prose pour Des Esseintes , homenaje a Huysmans y canto de hermandad sentimental con el personaje. De Jean Floressas des Esseintes al Dorian Gray de Wilde no hay casi distancia y el surrealismo muestra su ala deforme tras las piruetas verbales del arte por el arte. De todos ellos hoy unos son más legibles que otros, algunos parecen eternos y otros ya han sido olvidados, pero hay una constante que no pasa, que sucede y vuelve a sucederse, un grito cada cierto tiempo: “muera Benavente”.

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